Después de comenzar con “Cielo sin estrellas” nos regaló uno de los primeros temas nuevos, un corte que habla de esas fotos que guardas en un cajón después de terminar una relación porque te resistes a deshacerte de ellas, “Cajas de cartón”. “Beso lento” fue otro tema nuevo y sirvió de preludio de “Pasaba de ti”, que fue la primera en ser coreada por los asistentes: este corte no era nuevo y se notó. Alejandro, armado con una guitarra acústica y acompañado por David Carmona con también una acústica al hombro, se bastaba y se sobraba para llegar a los sentimientos de su público con su voz, y es que tiene un timbre muy sensible y especial. Tuvimos una colaboración esta noche en la Sala Moby Dick: María Parrado pisó el escenario para interpretar con Alejandro “Donde está el amor”, la canción en la que Pablo Alborán colabora con Jesse & Joy. Preciosa la voz de la gaditana.

Pasaba la noche y seguíamos escuchando temas nuevos. Uno de los que más me llamó la atención fue “Lo confieso, soy sicario”, compuesta en 15 minutos en la soledad de su habitación y con una letra que trata sobre uno de esos momentos en los que uno se alegra más de las desgracias y los fracasos de los demás que de sus propios avances. El show se alargó hasta casi la hora y media y a pesar de ello el público seguía pidiendo un poco más, algo que ya no era posible.

El mundo musical es muy complicado e impredecible, pero si tuviera que apostar mi dinero creo que lo pondría a favor de Alejandro Bejarano: tiene ese “algo” que no sabes explicar muy bien pero que sientes cuando ves a un artista con ese carisma, esa voz, esa imagen, que tiene canciones y ese estilo de pop de autor (que no cantautor en su significado pasado) que esta tan de actualidad en nuestro país.