Olaya Alcázar aprendió a tocar el piano antes que a andar y desde entonces no ha parado de luchar para vivir de lo que más le gusta: la música. La cantante y pianista profesional estrenó el pasado 29 de enero su nuevo sencillo, «Tu guitarra», una canción que compuso y sacó al mercado dejando atrás cualquier tipo de sensación negativa y con la que consiguió sentirse más a gusto que nunca musicalmente hablando. Olaya es una de las personas más interesantes con las que hemos estado, y no solo por su riqueza musical, sino también por todo lo que tiene que decir y que, por supuesto, dice sin ningún reparo, demostrando así que la libertad, la sinceridad y la empatía son otras de las cualidades que definen a esta gran artista.
Elan Cultural: buenos días, Olaya. Empecemos por el principio: ¿cuándo empezaste a tomarte la música como algo más que un hobby?
Olaya Alcázar: desde siempre, la verdad. Toda mi vida ha estado dedicada a la música. Cuando tenía meses, mi padre me sentaba en el piano y empecé a tocarlo incluso desde antes de saber andar. Siempre he tenido muy claro que he querido dedicarme a la música. La gente, cuando piensa en lo que quiere un artista, se le viene a la mente un Wizink o un Palau Sant Jordi, pero no. Yo quiero ser feliz haciendo lo que hago desde que tenía un año, sin saber yo lo que era un Wizink o un Palau Sant Jordi, así que con cinco años empecé en el conservatorio y me profesionalicé.
Elan Cultural: empezar a tocar el piano antes de aprender a andar es algo que no se ve todos los días. En tu infancia, ¿no has llegado a sentirte diferente al resto por hacer cosas que no se suelen hacer?
Olaya Alcázar: sí, me sentía distinta. Siempre me han hecho sentir mal por ser diferente. Yo creo que cuando destacas en algo o hay alguna cosa que se te da bien, sobre todo en esta profesión por lo estigmatizada que está, la gente se siente atacada, o esa es mi impresión. Desde niña he estudiado muchas horas porque era lo que me gustaba, no era ninguna obligación, así que se me daba bien cantar y tocar el piano, pero ese sentimiento de ser diferente me hacía no reconocer en voz alta que tocaba el piano o que cantaba. Me sentía muy expuesta, sentía que no era del montón, me sentía mal por ser diferente, así que me escondía. Cuando crecí me di cuenta de que no podía hacerme eso a mí misma y que también está bien no ser del montón.
Elan Cultural: ¿tenías en esos momentos alguna influencia de alguna mujer que te hiciera ver que no eras tan diferente? ¿Alguna artista en quien pudieras verte reflejada?
Olaya Alcázar: me gustaba mucho Aretta Franklin. La veía una mujer muy empoderada que salía de los suburbios, que tocaba el piano siendo una mujer negra y sin entrar en los cánones estandarizados de la belleza. Con diez años también era muy fan de Christina Aguilera, así que sí, tuve varias. Más adelante empecé a adentrarme en el mundo del rock y del metal y me di cuenta de que no había tantas mujeres, pero bueno, aún así cuando empecé a ir a locales a cantar fue con música punk y metal. Sin embargo, tenía a varias mujeres de referencia en cuanto a voz, pero no en cuanto a piano. Fíjate, empecé a componer con unos trece años, y al tener tan pocas referentes dentro de algunos estilos de música, sentía que no era lo suficientemente pianista como para enseñarle a la gente lo que hacía, pese a que yo he sido pianista antes que cantante. No fue hasta los diecisiete hasta cuando no toqué una canción en público porque me daba miedo, estaba insegura. Date cuenta de que por aquella época las mujeres que aparecían en los CDs, como podrían ser las Spice Girls, eran cantantes, no había mujeres pianistas. Esta falta de referentes y esa idea que tenía en la cabeza de que jamás se le reconocería a las mujeres el valor de ser pianista, me hizo tener ese miedo de enseñar mis canciones. Sentía una presión muy grande porque no me creía lo suficientemente virtuosa, y eso me generó una exigencia que dolía muchísimo.
Justo por este tema me alegra tanto que cada vez haya más vídeos en las redes sociales. Gracias a ellas, ahora las niñas pueden ver que hay muchas mujeres instrumentistas y que no solo valemos para ser cantantes, que es lo que se piensa de nosotras: que o bien cantamos, o bien tocamos instrumentos en bandas por el simple hecho de estar buenas, no porque seamos virtuosas.
Elan Cultural: se me ocurren mil ejemplos sobre esto. ¿Cuántas veces habrán dicho que Orianthi, Nita Strauss o Kelly Johnson no han llegado lejos por ser buenas guitarristas, sino “por estar buenas”?
Olaya Alcázar: totalmente, hay mil ejemplos, ahí tienes también a Sheila E, la baterista de Prince. Es una tía que toca increíble y que está buenísima, pero, ¿es que si eres mujer y eres guapa tocas mal? Es algo que se ve constantemente: si sigues los cánones, te dicen que has llegado lejos por estar buena, pero si no los sigues, te mortifican por no tener el físico que nos intentan imponer, te dicen que para conseguir avanzar tienes que adelgazar, maquillarte más o enseñar más escote. Es muy contradictorio, pero es que encima es algo que solo pasa con las mujeres. Tú te vas a un festival y sí se ven tíos sin camiseta en el escenario tocando la guitarra, incluso tocándola mal, y nadie le dice que se la ponga o nadie piensa que ha llegado hasta ahí por quitársela.
Elan Cultural: muchas veces esos hombres que se quitan la camiseta son lo opuesto al canon de belleza y nadie les dice nada –faltaría más–. Pero si es una mujer no normativa quien se la quite… pobre de ella.
Olaya Alcázar: ya. Por mucho que la gente diga que ya hay igualdad, no la hay. A los hombres de este mundo les jode mucho que las mujeres estemos ganando poco a poco nuestro sitio, y eso que vamos muy despacito. Hoy en día las mujeres solo formamos parte del 1 % de los carteles de festivales, y no porque no haya mujeres; es simplemente que no nos dan nuestro sitio. A los hombres, y sé que no todos son así y que “not all men” y tal, pero a los hombres les molesta que estemos ganando terreno. Me hace mucha gracia el discurso de aliado feminista de muchos músicos y muchos artistas, pero ellos no son capaces de apartarse para dejar paso a una mujer. Si yo, hombre, tengo sesenta fechas confirmadas en un año y voy diciendo todo el tiempo que hay que darle un sitio en la industria a las mujeres, a lo mejor tendría que plantearme el buscar tres o cuatro fechas para quedarme a un lado y darle los conciertos a una banda de mujeres o a una solista que sea buena y que me mole lo que hace, ¿no? Para que nosotras empecemos a ocupar espacios, los hombres tienen que pensar que viven en un puesto muy privilegiado y que si no nos ayudan, el discurso aliado se queda en la nada. A mí los discursos y las canciones feministas me gustan, “okey, cari, gracias”, pero lo que a veces necesitamos es que tú, señor aliado, renuncies a una de tus cien fechas para dársela a una mujer e intentar ir subiendo esa representación del 1 % poco a poco.
Elan Cultural: ¿crees que en parte todo esto también se deba a que, más allá del machismo de la sociedad, la industria musical haya querido aprovecharse económicamente de este machismo para sacar más dinero? Pienso, por ejemplo, en la rivalidad que Interescope creó entre dos de sus artistas, Madonna y Lady Gaga, que en términos económicos les salió genial.
Olaya Alcázar: en la industria musical hay mucha mentira. Hablando en plata: a las industrias musicales no les importamos una mierda los artistas, y por eso jamás he querido estar ahí. Esa gente de la que hablas está a un nivel en el que pienso que se distorsiona la realidad de la ficción. Imagínate a millones de personas hablando de ti: dejas de saber lo que es verdad y lo que es mentira. Esa gente no vive en el mundo real, solo ven lo que les llega y no lo que palpan.
Siempre parto de la base de que a nadie le gusta enemistarse porque sí. Creo que la culpa siempre la tiene la industria y no me extrañaría nada que toda la disputa que hubo entre ellas fuese un plan de marketing creado por la industria para ganar dinero.
Por otra parte, me gusta que me hables de Madonna: ella siempre ha tenido un discurso muy famoso en el que hablaba sobre cómo la criticaban por ser libre cuando Prince a veces salía al escenario medio desnudo, en tacones y feminizado, y nadie le decía nada. Sin embargo, cuando dos mujeres se besan en los MTVs por un beso de mierda, se crea un escándalo, se nos intenta rebajar. A unos se les aplauden unas cosas que realmente deberían ser normales, y a otras se les ataca por asuntos mucho menos importantes. Siempre se nos ha querido poner en contra entre nosotras, pero al menos ahora están viendo que no les está sirviendo tanto el cuento. Estamos despertando y por fin empezamos a ocupar nuestros espacios. Dicen que somos exageradas con estas cosas, pero es que imagínate que todos los días te están tirando una piedrecita. Pues llega un momento en el que tienes la mochila tan cargada de piedras que a la más mínima tontería, saltas.
Fíjate, yo soy endorser de marcas como Roland o Boss y cuando me anunciaron públicamente, pusieron una foto mía y había muchísimos comentarios que coincidían en que me habían pillado porque soy una tía que está buena, porque me pinto los morros de rojo, porque me pongo una falda, en fin. Esa gente ni siquiera se molestó en ver mi trabajo, en ver si soy buena en lo que hago o no. Por curiosidad, me metí a ver los trabajos de algunos de los que me criticaban y me di cuenta de que no tenían ni puta idea de casi nada. En vez de criticarme a mí, que inviertan ese tiempo de prejuzgarme en intentar ser un poco mejor. Esa gente me estaba juzgando por una foto normalita sin ni siquiera haber investigado sobre mi trabajo. Esa gente le estaba restando valor a mi trabajo por mi forma de vestir, y eso no pasa con un tío.
Elan Cultural: más allá del daño psicológico, eso provoca que las propias marcas sean las que no quieran trabajar con mujeres. Es una forma indirecta de quitaros trabajo.
Olaya Alcázar: exacto, pero también te digo que las marcas necesitan representación femenina y soy súper consciente. Yo podría haberme bajado del barco cuando empecé a ver todo eso, pero es que por desgracia, si no tragamos con estas cosas, las niñas de hoy no van a ver ningún tipo de representación femenina en ninguna parte y nada va a cambiar. Hay datos estadísticos que corroboran que cuando las mujeres vemos a otras mujeres empoderándose en algún sector que normalmente ha sido controlado por hombres, nos motivamos y nos lanzamos. Ha pasado ahora mismo con Gambito de Dama, que es una serie en la que una tía revienta al ajedrez a todo tío que se le pone por delante en el tablero. Pues desde esa serie, ha habido un aumento de un 20 % de mujeres apuntadas en federaciones de ajedrez porque por fin está habiendo un referente de una mujer jugando al ajedrez. ¿Por qué no ha habido casi ninguna hasta ahora? Pues porque no nos vemos identificadas. ¿Por qué ahora hay más mujeres haciendo música? Pues porque por fin vamos encontrando nuestro sitio poco a poco y ahora hay más representación, por lo que más mujeres se sienten motivadas para lanzarse.
Elan Cultural: es terrible que haya que demostrar tanto para tener las mismas opciones y que, cuando por fin lo conseguís, os acusen de haber llegado lejos por motivos que nada tienen que ver con vuestro trabajo.
Olaya Alcázar: no solo en el mundo de la música, es en cualquier ámbito. Siempre te acusan de estar en un puesto de trabajo por haberte acostado con, por haber tonteado con, en fin.
Elan Cultural: y luego están los “pues si quieres este puesto, tienes que enseñar más”.
Olaya Alcázar: sí, exacto. O eres una puta mojigata o eres una puta a secas, sin mojigata ni nada.
Elan Cultural: ¿han llegado a decirte que si quieres triunfar en la música debes enseñar más, maquillarte más o incluso perder peso?
Olaya Alcázar: por supuesto. De hecho he dejado más de un trabajo, e incluso me han echado de trabajos, por no querer acostarme con mi jefe. Los he dejado por decirme que me vestía recatada y que tenía que enseñar más, y es que lo mismo estaba trabajando a tres grados, que les da igual. Es que encima soy cantante y tengo que cuidarme la voz, pero nada, les daba lo mismo. Es que vas sumando mierdas que te comes, porque muchas veces no te queda otra que comértelas, pero te voy a ser sincera: he preferido estar cuatro semanas comiendo arroz con tomate que estar en un sitio en el que me acosaban o donde me decían que tenía que vestir con menos ropa. Yo no me lo he currado tanto para estar sintiendo el asco y la ansiedad que siento cuando me dicen que para trabajar tengo que ponerme una puta minifalda. No. No me lo merezco, ni yo ni nadie. No conozco una sola mujer a la que no le haya pasado algo parecido.
Elan Cultural: ¿recuerdas la primera vez que te ocurrió en el ámbito profesional?
Olaya Alcázar: me ha pasado tantas veces que no lo sé. Es triste. No me había dado cuenta hasta que me has preguntado. Me ha pasado tantas veces que he perdido la primera. Después de la primera vino la segunda, la tercera, la décima. No puedo contabilizarlo porque no es un hecho aislado. Cuando te pasa algo de manera muy puntual, lo recuerdas mucho, pero cuando es algo que es tu puto día a día… es triste, y me acabo de dar cuenta de que no puedo acordarme de mi primera vez. Por otra parte, me alegro. El cerebro a veces es muy sano en muchos aspectos e intenta no ponerlo en primer plano, no poner eso en el foco de mi vida, porque si lo hiciera, no podría hacer absolutamente nada.
Elan Cultural: con todo lo que estás contando, no puedo evitar pensar en el típico tonto de turno que comenta su “ya está la feminista, qué pesada siempre con lo mismo” cuando en tus directos reivindicas tus derechos o cuando alguna mujer saca canciones feministas.
Olaya Alcázar: en uno de mis últimos conciertos estaba haciendo un speech feminista y se escuchó de fondo: “ya está la feminazi”. Esto en 2020. Mucha gente se quejó, pero nadie en voz alta. Nadie pidió que echaran a ese gilipollas, solo susurraron cosas entre sus acompañantes. Hay una frase por ahí que dice: “tanta gente avergonzada de su cuerpo y tan poca avergonzada de su mente”. Que se mire al espejo ese imbécil.
Elan Cultural: pasando a hablar de otro tema, hay mucha gente española que menosprecia la música de nuestro país, que ni siquiera le da la oportunidad a un artista o a una canción si está en español. ¿Por qué crees que pasa esto?
Olaya Alcázar: sinceramente, no lo sé. Quizás sea porque aquí en España siempre se ha visto el folklore como algo casposo cuando no lo es. Rocío Jurado es una mujer que hablaba de cosas que estaban muy adelantadas a su época. Creo que es algo que ocurre en todos los países: tengo amigos latinos que me cuentan que les pasa lo mismo allí. Creo que es como cuando tienes el pelo liso y lo quieres rizado, o cuando tienes el pelo rizado pero lo quieres liso. Es querer lo que no tenemos y no apreciar lo que sí, pero también quiero decir que creo que cada vez pasa menos y que cada vez queremos más a nuestra cultura. No me atrevería a hablar mucho de esto por desconocimiento, pero creo que a simple vista es solo querer lo que no se tiene.
Elan Cultural: sea por unas cosas u otras, esa infravaloración al artista abre un abanico inmenso de injusticias de las que nadie habla. Mucha gente exige arte pero no quiere pagar por él. ¿Cuántas veces te habrán dicho que trabajes gratis en un concierto, que compongas algo sin remunerarte o que colabores en algún proyecto, que si eso te etiquetan?
Olaya Alcázar: muchas, pero no lo he hecho. Yo solo trabajo gratis para mis amigos porque me parece muy importante que nos apoyemos entre nosotros, pero hasta ahí. Tenemos que hacernos valer, tenemos que darnos el valor que tenemos y es importante que se renumere nuestro trabajo porque hay muchas horas detrás. En la cuarentena vimos que sin el arte no somos nadie, que sin arte no hubiésemos podido sobrevivir.
Hay gente que piensa que una entrada de un concierto es muy cara pero no se plantea que al igual que a él le han ido pagando más según conseguía su máster, su experiencia y su doctorado, en el mundo de la música los artistas también tenemos que ponerle valor a nuestro trabajo. Entiendo que viviendo en un mundo en el que a las grandes industrias no les importa la mediocridad, cojan a nuevos artistas que no tienen ni idea porque al estar empezando, les sale mucho más barato. Estoy muy a favor de que se apueste por nuevos talentos, pero eso tiene un problema que no se ve demasiado: que los músicos que lleven toda la vida haciendo música y quieran comer de su trabajo, no puedan. En la vida criticaría a alguien que coge un trabajo en el que le pagan poco o nada porque no tengo ni idea de la situación en la que está; a lo mejor no puede comer, no puede pagar el alquiler, no puede pagar la luz y es coger eso o nada. No puedo juzgar a nadie, pero eso no quita que no sea consciente de que eso tiene unas consecuencias para el resto de personas que queremos trabajar de lo nuestro. Las cosas no son blancas o negras y este es un tema muy complejo donde hay que tener en cuenta muchas cosas.
Elan Cultural: en la cuarentena nos constaste que estabas escribiendo canciones poco a poco y hace unos días estrenaste “Tu guitarra”.
Olaya Alcázar: sí. Salió el 29 de enero y me moría de ganas de que saliera porque por primera vez en mi vida no tenía esa exigencia chunga que se tiene cuando eres artista y buscas la perfección. Me he rodeado de gente guay que me ha ayudado a llevar a cabo este proyecto. Creo que ha sido la cosa más personal que he hecho. En la cuarentena decidí aprender a tocar la guitarra, así que empecé a aprender y aunque no sé tocarla bien, he podido hacerla. Se puede hacer música sin necesidad de ser el mejor, se puede hacer música simplemente con el deseo de hacer música. Estoy muy en paz conmigo misma, tanto personal como musicalmente, y siento que no tengo que demostrarle nada a nadie.
Elan Cultural: al final los números no deberían importar tanto como la paz mental, que siempre debe ser lo más importante para cualquier persona.
Olaya Alcázar: claro. Yo siempre he sido esa persona a la que le decían que tenía que hacer determinadas cosas para que le fuera mejor y que se dejaba influenciar. Ahora mismo tengo muy claro que mi música no me va a hacer rica, pero es que no quiero hacerme rica. Yo ya me dedico a la música, vivo de ella y eso es lo que quiero: ser feliz haciendo lo que hago, parir mis canciones, paladearlas bien, no pensar en las reproducciones tan tóxicas que hay, en la visibilidad que tenga, en la pasta que una se tiene que dejar en promo, en fin. Todo esto genera una presión terrible que te hace no disfrutar del camino, todo el tiempo estás pensando en las reproducciones, en los seguidores, en todas estas cosas que aunque hay que tener en cuenta, no hay que dejar que se convierta en algo tóxico. Por primera vez en mi vida, todo esto me da completamente lo mismo. No me he dejado una pasta en una empresa de promoción que no me va a tratar bien; he hecho algo que me gusta con gente que me quiere y que quiero. Es súper importante que no pensemos todo el rato en tener muchas reproducciones porque además todo es muy efímero. Tengo una canción con unas pocas miles de reproducciones y tengo el “Quédate en tu puta casa”, que se hizo viral en la cuarentena, con más de un millón de visualizaciones. ¿Vale más la Olaya de los números que la Olaya que no los tiene? ¿He tenido más éxito y me he sentido más llena con más números que sin ellos? Pues no. Obviamente si tengo 30.000 reproducciones o más en una canción voy a estar contenta, pero, ¿debería centrar mi energía en eso? No quiero hacerlo, no me parece sano, es algo que me va a hacer mucho daño. Lo he pasado muy mal porque nunca nada me parecía suficiente. Soy una persona muy exigente y muy perfeccionista, he sido muy ambiciosa en el sentido tóxico de la palabra. Era una ambición que dolía, que hacía que nada fuera suficiente, y ahora ya no pienso así. Afortunadamente.
Elan Cultural: muchas veces la autoexigencia tóxica viene de la exigencia social de la que hablábamos al principio de la entrevista.
Olaya Alcázar: sí. Mira, yo soy profesora de música y veo a muchísima gente con la autoestima destruida en cuanto a lo musical, pero es que la gente no ayuda a que esto no pase. Yo misma tuve un profesor de piano que me dijo que nunca iba a ser pianista y que no me iba a dedicar profesionalmente a ello, que no era lo suficientemente buena como para trabajar de pianista ni para ser profesora. Un saludi a ese profesor, que, por cierto, estoy currando en sitios bastante mejores que en los que trabajas tú. Y es que para enseñar no necesitas ser Tchaikovsky, lo que hace falta es saber enseñar, ser empático y tener vocación. En la música, pero sobre todo en la voz, hay que tener mucho cuidado con la empatía y los temas personales, hay que tenerlos en cuenta en todo momento. Un año después de que mi padre falleciera, me quedé sin voz. Tenía un nudo en la garganta y no podía cantar, son cosas reales que pasan. Lo que intento enseñarle a mis alumnos siempre que puedo es que tenemos que ser buenos con nosotros mismos, tenemos que disfrutar una canción sin hacernos daño, tenemos que saber ver más allá de dar la nota correcta.