Aria Bedmar es una actriz española que lleva toda su vida trabajando en el mundo de la interpretación. La almeriense se dio a conocer por interpretar a Camino en «Acacias 38», una serie de Televisión Española. Hemos estado con ella para hablar no solo de este personaje, sino de su carrera artística y sobre temas tan vitales como la inclusión de personajes de distintos colectivos minoritarios en series y películas de televisión y sobre el valor del arte etre otras muchas cosas. ¡Dentro reportaje!

Entrevista: Luis Sánchez, @luis_brato

Fotografías: Nat Enemede, @natenemede

Maquillaje: Eva Quílez, @evaq_mua

Estilismo: Carmen Ortega, @carmenbru.stylist

Traje de chaqueta verde: Lola Casademunt

Chaleco blanco: EÑAUT

Bomber lentejuelas: CUSTO Barcelona

Vestido pedrería: Olga Macià

Elan Cultural: muy buenas, Aria. ¿Cómo estás?

Aria Bedmar: todo muy bien, gracias.

Elan Cultural: ¿en qué proyectos estás ahora mismo?

Aria Bedmar: pues hace unos meses terminé de grabar una serie que se llama “Los herederos de la Tierra”, que es la segunda parte de “La catedral del mar”. He estado grabando en Barcelona y, una vez que ha terminado esto, se van asomando cositas que todavía no están confirmadas, así que estoy aprovechando para descansar, que cuando viene la temporada de trabajo duro no hay nada de tiempo para descansos.

Elan Cultural: ¿cómo has preparado tu papel en “Los herederos de la Tierra”, que saldrá, me imagino, dentro de poco?

Aria Bedmar: pues creo que como muy muy pronto la tendremos después de verano, pero es un cálculo mío que no sé si será. Para prepararme el papel vi la primera parte, “La catedral del mar”, y empecé a leerme la novela, pero me pasó lo mismo que en «La caza. Monteperdido»: me di cuenta de que hay una gran diferencia entre el personaje que sale en la novela y el personaje de los guiones, así que no vi que leerme el libro fuera una buena opción porque hay varios cambios. Otra cosa es que cuando ya tienes construido tu personaje te quieras leer la novela para añadir cosas, pero decidí a conciencia no leerme la novela para no contaminarme y poder trabajar bien el personaje del guion.

He hecho varias cosas de época y la primera vez que me enfrenté a ello fue en Pioneras, que hice de María de Castilla. Yo ahí ya había trabajado la forma de hablar de la época, su forma de moverse, ya tenía estudiada la sociedad de ese momento en el que la Iglesia era un pilar tan absoluto… ya tenía trabajadas ese tipo de cositas así que para construir al personaje solo tuve que pulirlas, leerme mil veces el guion, informarme un poquito más de la situación en la que está mi personaje, conocer a los compañeros y trabajar el vínculo con ellos.

Elan Cultural: supongo que fue difícil preparar el papel de María de Castilla porque, desgraciadamente, hay muy poca información sobre ella y sobre las mujeres en la historia en general. ¿Cómo te preparas para hacer un personaje histórico del que hay tan pocos datos?

Aria Bedmar: precisamente por esa falta de información fue un arma de doble filo. Tener mucha información sobre un personaje que hay que interpretar puede estar bien, pero a veces te encorseta a la hora de interpretarlo. Si no se tiene tanta información, hay un poco más de libertad en la interpretación y es un pequeño regalo. No tener tantos datos sobre María no fue tan malo como en principio creí que podría ser, que pensé que me iba a costar muchísimo, pero la verdad es que hubo algunas ventajas que no veía en un primer momento.

Elan Cultural: pese a que hay muy poca información de mujeres importantes en la historia, cada vez podemos ver a más personajes femeninos siendo las protagonistas de sus series, películas o libros. Lo mismo pasa con el resto de colectivos minoritarios: cada vez hay más personajes homosexuales en las series, más personas racializadas, hay más variedad. Sin embargo, esto es crítica de muchas personas que piensan que son personajes “metidos con calzador” y que tanta inclusión es algo artificial que se aleja de la realidad en la que vivimos. ¿Cuál es tu opinión con respecto a este tipo de pensamiento?

Aria Bedmar: creo que ese tipo de personas están tan acostumbradas a tener el mismo tipo de referencias y el mismo tipo de modelos a seguir que ver cualquier cosa diferente, les “china”. Sobre el tema de la comunidad LGBT, por ejemplo, suelen decir que ahora “está de moda meter lo LGBT en todo”. ¿Puedo quejarme yo entonces de que quieren meter lo heteronormativo en todo? Porque ha sido así toda la vida. Yo, que soy una persona súper fan de Disney, sé que todo lo de Disney es heteronormativo a más no poder y no por ello he dejado de ser bollera. Poner referentes y ejemplos de distintos tipos de persona, ya sea por diferencias físicas, mentales o de lo que sea, poner cualquier tipo de persona diferente a lo establecido, no hace más que sumar. Es que suma, no resta.

Mira a la comunidad trans: si yo me pongo en la situación de una persona que es trans pero no lo sabe porque no tiene un referente en el que apoyarse con el que se pueda identificar, creo que sentiría que hay algo mal en mí y no entendería por qué siendo mujer no puedo parar de imaginarme con pene, o por qué no me gustan nada las faldas y todo lo que esté socialmente ligado a la mujer, o por qué simplemente no puedo parar de pensar que no me siento identificada con el género que se me ha asignado al nacer. Me imagino en esa situación y pienso que ojalá alguien viniera a decirme que lo que me pasa es que soy un hombre trans. Si yo no tengo a nadie que me ayude a darme cuenta y si yo no tengo referentes en ningún tipo de medio que me ayuden a comprender que lo que me pasa a mí le pasa a más gente, voy a pasarme la vida entera pensando que hay algo mal en mí, y no es así.

En contra de lo que dicen muchos, no por ver a un tipo de persona diferente voy a encaminarme obligatoriamente hacia donde van esas personas. Yo, una chica a la que le gustan otras chicas, he crecido con Disney y no he dejado de sentirme atraída por otras mujeres porque me guste Disney. Las niñas que sean heterosexuales no van a dejar de serlo porque le pongan una novia a, por ejemplo, Elsa, de Frozen. Elsa no tiene el poder de convertir en lesbianas a las niñas que vean Frozen, simplemente, las que sí son lesbianas, van a ver que hay gente como ellas y no van a sentirse más con consigo mismas. Así con todo. María de Castilla y otras mujeres pioneras decidieron tomar las riendas de su vida en una etapa en la que no era nada común que las mujeres cumplieran con ese tipo de estereotipos. María de Castilla vivió en una sociedad donde la guerra era cosa de hombres, pero llegó ella, un poco por obligación porque Alfonso le dejó con el pufo, la verdad, pero llegó y se plantó con sus dos ovarios y sacó adelante el país hasta el punto en el que sus decisiones y su trabajo hizo que los aliados confiaran más en ella que en el rel Alfonso, cosa impensable en la época. Si Alfonso y María pensaban distinto en algún tema, no le daban la razón a Alfonso: se la daban a María porque demostró que siendo mujer, podía sacar adelante un país entero mejor que su marido.

Elan Cultural: hay un libro que se llama “La guerra no tiene rostro de mujer”, de la premio Nobel de literatura Svetlana Aleksiévich, en el que distintas mujeres que combatieron en el Ejército Rojo dan testimonio de cómo fue su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Es un perfecto ejemplo de lo que acabas de decir: la participación de las mujeres fue vital en muchos momentos críticos de la guerra, pero es algo que se desconoce porque no se enseña ni siquiera en las clases de historia en los colegios. No hace falta remontarse a tiempos de María de Castilla para ver que las mujeres, por muy importantes que seáis y hayáis sido en la historia, aún estéis siendo silenciadas por la sociedad.

Aria Bedmar: sí. Yo creo que el hecho de acallar a las mujeres se ha hecho a conciencia en siglos pasados, pero que hoy en día se hace por costumbre. Yo, mujer del siglo XXI, creo que hay muy pocas cosas que no puedo hacer por el simple hecho de ser mujer. Hace unos años no es que no se pudiera, es que ni siquiera te lo planteabas. Es diferente. En años y en siglos pasados, cuando una mujer quería hacer algo, se les negaba por completo diciendo “no puedes, eres mujer”. Ahora no te dicen eso, pero al ser algo tan arraigado, el resultado muchas veces es el mismo. En el caso de los micromachismos se ve muy bien. Hay poca gente que hoy en día siga diciendo con naturalidad que somos las mujeres quienes tienen que recoger la cocina y limpiarlo todo mientras el marido trae el dinero a casa, pero sí es cierto que en muchas familias es la mujer la única persona de la casa que cocina y que limpia porque tiene la costumbre de hacerlo ella. Creo, y quiero creer, que si esa mujer un día le dice a su marido que si puede cocinar o limpiar él, le va a responder que sí, que sin problemas, pero antes de esa petición, nadie se planteaba que las tareas domésticas pudieran ser cosa de la familia entera y no de la mujer.

Vamos a irnos a cualquier siglo que no sea el XXI. En ese entonces, la respuesta más típica que recibía una mujer cuando quería hacer algo era un “no, eres mujer y eso es cosa de hombres”. Hoy en día esas cosas ni se plantean, sino que si una mujer quiere algo, va a por ello directamente, pero en caso de que aun viviendo en una sociedad más desarrollada se llegaran a plantear el hacer o dejar de hacer algo por el simple hecho de ser mujer, terminan intentándolo y luchan por conseguirlo. Eso pasa, por ejemplo, con trabajos como el de piloto de avión. La gran mayor parte de pilotos son hombres, y cuando ves que es una mujer quien va a llevarte de un sitio a otro, te sorprendes diciéndote a ti misma: “anda coño, si es una mujer”. Mierda, ¿por qué pasa esto? No quiero sorprenderme, joder. Me jode sorprenderme, no quiero. Quiero que sea una cosa absolutamente natural y normal, pero es que sigue habiendo profesiones que socialmente hablando están destinadas para hombres o para mujeres. Pasa lo mismo cuando ves a un chico maquillador, podemos llegar a sorprendernos. Pues sí, es un chico y es maquillador. ¿Y qué? Mierda, otra vez, no quiero sorprenderme. Quiero que sea todo absolutamente igualitario, y ese punto es al que considero que tenemos que llegar entre todos.

No creo que hoy en día en España el tema sea una cuestión de prohibiciones y censuras a mujeres a la hora de hacer cosas; creo que simplemente hay una falta de costumbre que viene de años atrás. Antes se prohibía directamente y hoy no, pero por esas prohibiciones de antes, ahora hay cosas que ni nos planteamos, así que no las hacemos. Pues habrá que plantearse más cosas.

Elan Cultural: la cosa va más allá: si alguien ve a una mujer conduciendo un camión o a un hombre maquillando, no solo se sorprenderá por ver a personas haciendo tareas que socialmente les corresponde al otro género, es que encima se les pondrá la etiqueta de “la camionera bollera” o “el maquillador maricón” y se cuestionará tanto en el ámbito profesional como en el personal sin haber hecho absolutamente nada malo y sin saber nada de ellos.

Aria Bedmar: no hay absolutamente nada malo, no, pero desgraciadamente es verdad que pasa. Es cierto que lo que asociamos con lo masculino y lo que asociamos con lo femenino tiene un factor en común; es decir, normalmente lo que se asocia a lo masculino son cuestiones físicas de fuerza o destreza y a la mujer se le suele asociar más a la estrategia, y ni siquiera, porque aunque se asocie más la estrategia en sí a los hombres, es a las mujeres a las que se les relaciona más con el ser una persona calculadora, que parece lo mismo pero la palabra es distinta. La maña, lo pequeñito, lo que requiere más cálculo y paciencia, se asocia más a lo femenino, y por eso algo como el maquillaje, que requiere mucho pulso y es algo muy minucioso, se asocia a lo femenino, así que quien maquilla o tiene que ser mujer o tiene que ser un hombre homosexual porque “tiene un lado femenino muy alto”. Es lo que se piensa automáticamente. También se dice que para el maquillaje o el mundo artístico en general hay que tener una sensibilidad que no está asociada a lo masculino. ¿Pero qué mierda es esta de la masculinidad? Es que un hombre no deja de ser hombre porque le guste el maquillaje. No deja de ser hombre porque llore en público, porque lleve falda, abanico o tacones.

Es que donde tenemos que llegar es a que cada uno se dedique a lo que le salga del moño. Si yo soy una mujer hetero que quiere dedicarse a conducir camiones, es que me siento fuera del agua. ¿Por qué tengo que sentirme fuera del agua por querer conducir un camión siendo mujer? ¿Por qué tienen que negarme como mujer y encima inventarse y dar por hecho cosas que no son, como que soy bollera, solo por conducir un camión? ¿Qué problema hay? Hay que disociar demasiadas cosas en el mundo porque se relacionan unas cosas con otras que no tienen nada que ver y no se genera nada bueno. Creo que la nueva generación que está viniendo va a estar mucho más preparada, que veo a niños pequeños o a mis propios sobrinos de dieciséis años que tienen una mentalidad tela de cambiada. Creo que es una cuestión de tiempo y que en unos años las cosas estarán más normalizadas. O eso espero.

Elan Cultural: antes hablábamos sobre la necesidad de incluir en películas, series o libros a gente que pertenezca a minorías para que se represente a todo tipo de personas y para que existan referentes para todo el mundo. Creo que es importante abrir un melón en este tema porque ha habido y sigue habiendo muchísimo material audiovisual con, por ejemplo, personajes LGBT, cuyo único papel es ser una persona LGBT, como si fueran personas que no tienen un fondo real más allá del gay que es un promiscuo, la lesbiana una malhablada, el gitano un ladrón o un aprovechado, la gorda –porque con el gordo no pasa- cuya trama gira entorno a un desorden alimenticio… pero realmente no tienen ningún trasfondo, no hay historia. Hay que incluir a todo tipo de personas, sí, pero sabiendo que cada una tiene una vida que contar e intentando huir de los estereotipos que no se corresponden con la realidad.

Aria Bedmar: sí es verdad. El gay promiscuo, el fiestero… joder, ¿no puedo ser gay y estar preocupado por mi familia? ¿No puedo ser gay y que me preocupe el tener hijos o que quiera establecerme en un sitio de forma sedentaria? Mira, a mí me gustaba mucho la serie Queer as Folk porque se rompieron muchísimas barreras y mostraban cosas sin censura alguna. Si querías buscar una buena representación de la realidad, tenías que ver expresamente esa serie. Todo, absolutamente todo, era gay, pero claro, no es una serie que esté en la parrilla televisiva a las cinco de la tarde para que lo vea todo el mundo, no; es una serie expresamente hecha para gays y todo tiene que ver con el universo gay. Me gustaba muchísimo, pero era algo excepcional. ¿Adónde opino que tendríamos que llegar como sociedad televisivamente hablando? A que series que no tienen por qué tener como atractivo principal que sea algo exclusivo para el colectivo incluyan en la trama cosas del colectivo, como hacen por ejemplo en Élite, que tratan las tramas heteros y las homosexuales en igualdad de condiciones. Antes tenías dos opciones para ver a gente del colectivo: o verlos de fondo en una serie sin tener realmente ningún papel importante, simplemente el de “la pareja de gays”, o verlos en una serie exclusivamente de gays o lesbianas. Antes no importaba el tipo de personalidad que tuvieran: la trama era que son gays o lesbianas. Parece que esto ahora va cambiando y me alegro enormemente de ello.

Elan Cultural: tú has interpretado a Camino, un personaje que pertenece al colectivo. ¿Cómo te sentiste cuando se te dio la oportunidad de interpretar a una mujer de época lesbiana?

Aria Bedmar: yo creo que cuando empiezas en una serie que va a ser para largo plazo, ocurre, y considero que debe ocurrir, haces al personaje desde un lugar y que cuando llevas meses haciendo de él o ella, lo haces tan tuyo que al final le metes partes de ti sin dejar de respetar al personaje. Le vas incluyendo cositas y todo va yendo de forma más natural. En una de las reuniones que teníamos los actores con guionistas para contarnos lo que iba a ocurrir en los siguientes meses con nuestros personajes, cuando yo ya tenía bien cogido al personaje de Camino, dije de broma que sería muy interesante que con el pasado que tiene Camino, que siente rechazo a los hombres por una violación que sufrió en la infancia, encontrase refugio en una mujer y termine enamorándose de ella. Pues en dos meses me dijeron que mi siguiente trama sería enamorarme de una mujer, y no me lo podía creer. La trayectoria de Camino y la parte LGBT fue una cosa muy mía que me salió de forma muy natural. Hay muchas cosas que evidentemente tiene que ver con los guionistas, pero hay otra parte que hemos trabajado juntos, y encima me pilló justo en el momento en el que yo estaba preparando mi boda con Kenzy, así que estaba con el mundo amor lésbico a tope de power.

Elan Cultural: ¿crees que a los guionistas y directores del mundo del cine y la televisión les falta valor para hacer este tipo de inclusiones o no lo hacen simplemente porque no les compensa económicamente?

Aria Bedmar: creo que hace falta más valor, una dosis de valentía y que también hace mucha, mucha falta que se lo planteen. Creo que hace falta que alguien llegue y diga que quiere hacer un proyecto que tenga como subtexto el tema de que sea una chica lesbiana, pero sin ser la trama principal. Si me lo planteas desde ahí y la historia está bien construida, considero que un empresario o una empresaria que tenga la visión contemporánea del mercado debería aceptar; el problema es que no se plantean estas cosas, sino que repiten esquemas y fórmulas de amor heteronormativo imposible o de familias que se odian a lo Romeo y Julieta que a día de hoy siguen funcionando, y como funcionan, pues se siguen haciendo así sin plantearse nada nuevo. Creo que eso está cambiando porque están viendo que se puede seguir haciendo ese tipo de historias pero incluyendo a gente del colectivo o de cualquier etnia, con alguna discapacidad física o con personas simplemente diferentes. Es verdad que cada vez vemos más contenido de este tipo, pero creo que todavía no ha habido un boom porque aún no se plantean que estas cosas pueden salir bien.

Elan Cultural: has querido dedicarte al mundo de la interpretación desde niña, llevas toda la vida interesada por el mundo de la actuación. En todos estos años, ¿has tenido los suficientes referentes en la pantalla como para sentirte cómoda y “normal” o has llegado a sentirte rara o incomprendida por una ausencia de personas con las que sentirte identificada?

Aria Bedmar: de toda la vida he pensado que soy la rara, si te soy sincera. Creo que es no solamente por ser mujer o lesbiana, sino por querer dedicarme a un mundo tan inestable como el del arte, y eso que mis padres siempre me han apoyado muchísimo en cualquier decisión que he tomado en la vida, pero es verdad que también ha estado esa parte maternal de “no quiero que mi hija se muera de hambre”. Siempre me han dicho que lo de actuar está muy bien, pero que debería tener otra cosa por si acaso, que se me daba bien el inglés, que podría ser profesora. Siempre está ese miedo a que tu hija tome decisiones arriesgadas, pero nunca me he planteado en mi vida el hacer algo que no sea la interpretación. Es algo que he perseguido, y no por cabezonería o para demostrar que sí soy capaz; lo he hecho porque no me he planteado mi vida de otra manera. Otra cosa distinta es que lo intentes y que no salga, así que tiras de un plan B. Pues entonces sí, yo tengo en mi cabeza un plan B por si acaso, pero hasta que yo no agote todas y cada una de las opciones que pueda tener para vivir de esto durante toda la vida, no pienso ni plantearme hacer nada más, igual que quien quiere ser médico o abogado. Es una cuestión de vocación, y si para ser actriz tengo que hacer otra cosa a la vez para sobrevivir, pues lo hago, pero sin abandonar mi sueño. Yo he puesto copas por la noche, he vendido perfumes, he doblado camisetas… Claro que lo he hecho, pero siempre como un complemento y teniendo bien claro que mi objetivo es vivir de la interpretación. ¿Que mientras no me dé dinero voy a tener que hacer cualquier otra cosa para pagar el alquiler y las facturas? Sí. Pero no por ello voy a dejar de tener como objetivo el ser actriz y el serlo hasta el final. No me planteo mi vida de ninguna otra manera.

Elan Cultural: ¿crees que el arte se valora como se debe?

Aria Bedmar: creo que en general no se valora tanto como se debería, entre otras cosas porque, siguiendo con el ejemplo, si yo contrato a una abogada, a mí no se me ocurre decirle que me mire un caso de gratis. No nadie se le ocurre, pero, ¿a que sí se nos ocurre decirle a un pintor que nos pinte un cuadro y cuando nos quiere cobrar nos enfadamos? ¿Por qué? ¡Si está trabajando! Que sea vocación y algo que sale de su corazón no significa que deje de ser un trabajo. ¿Que eres cantante? “Ay, cántame algo”. Vale, págame. Es trabajo. “Venga, a ver cuándo quedamos y me haces una sesión de fotos”. Vale, pero págame, que es mi trabajo. Yo hago mi trabajo y es absolutamente vocacional, pero no deja de ser un trabajo. ¿Por qué te tomas en serio el trabajo de un fontanero o de una taxista y no te tomas en serio el mío?

Elan Cultural: hay gente que puede pensar que es cuestión de desconocimiento porque no se suele ver todo el trabajo que hay detrás de cualquier proyecto artístico, pero muchas veces son personas del propio mundillo quienes te piden hacer cosas gratis aunque no te conozca de nada y se enfadan cuando les pasas presupuesto.

Aria Bedmar: creo que es una cuestión de falta de información, creo que es gente que no se para a pensar en lo que supone para el otro el hecho de pedir cosas gratis. Una cosa es que yo tenga un colega que es fontanero y que como tengo un problema de tuberías en mi casa, me parezca normal pedirle que se pase si tiene un hueco porque es mi amigo, y recalco que no lo hago porque sea fontanero, sino porque es mi amigo. Yo misma, que estoy casada con una cantante que tiene un grupo y que de vez en cuando requieren de actrices o bailarinas, pues no se me ocurriría cobrarles porque es mi gente y es mi decisión, no porque ellos no se tomen en serio mi trabajo. Es distinto. Otra cosa es que alguien externo me diga que como bailo y actúo, podría ir a hacer un videoclip con su grupo. Bueno, vale, pero es mi trabajo, págame. No puedes plantearle a un artista que te haga algo gratis igual que no le dirías a un taxista que no te cobre el viaje. Es una cuestión de falta de empatía y de no caer en la cuenta de que esa persona a la que le estás pidiendo cosas gratis vive de ello y que su alquiler y sus facturas se tienen que pagar.

Elan Cultural: tengo la sensación de que a las personas no les importa hablar de esto en un tú a tú, como acabas de hacer conmigo, pero es cierto que no hay o no conozco ninguna comunidad que se haya juntado para ponerse serios en este tema y se empiece a respetar a los artistas y a su trabajo como es debido.

Aria Bedmar: creo que hay algo parecido, que es el tema del Patreon. Es una plataforma de contenido exclusivo que le da valor económico al material que el artista quiera compartir, ya que al final el dar contenido no deja de ser trabajo para los artistas. Creo que es una forma fantástica de darle valor al contenido que creamos. Afortunadamente, tengo mucho trabajo como para empezar un proyecto así porque requiere mucho tiempo y mucho esfuerzo, pero no descarto para nada el hacerlo porque tengo la suerte de rodearme de gente muy buena a la que si se lo planteo, seguramente se lance conmigo.

Elan Cultural: para terminar, ¿qué conclusiones has sacado sobre el sector artístico después de la cuarentena y de estos meses de pandemia?

Aria Bedmar: creo que esto de la cuarentena ha tenido dos caras de la misma moneda: por un lado un parón absoluto en el ámbito artístico, pero por otro me he encontrado a muchas personas que han aprovechado para acabar proyectos que tenían sin terminar. Creo que aunque ha sido una reverenda putada todo esto que ha pasado, la parte creativa se ha activado muchísimo y que a partir de este 2021 y 2022 va a haber un boom de proyectos creativos súper chulos. Los que tenemos la vocación de contar historias en cualquiera de sus vertientes somos los que hemos necesitado la creatividad para sobrevivir, y el resultado de esa creatividad ayuda al resto del mundo a sobrevivir mentalmente. La cultura no es secundaria y lo vimos en la cuarentena: todo el mundo estuvo escuchando música, viendo pelis, leyendo libros, consumiendo Netflix… La salud es lo primero, estoy de acuerdo, y otros sectores como el educativo también, pero eso no convierte a la cultura en secundaria: la cultura es prioridad. Lo es ahora y lo ha sido siempre.

Entrevista: Luis Sánchez, @luis_brato

Fotografías: Nat Enemede, @natenemede

Maquillaje: Eva Quílez, @evaq_mua

Estilismo: Carmen Ortega, @carmenbru.stylist

Traje de chaqueta verde: Lola Casademunt

Chaleco blanco: EÑAUT

Bomber lentejuelas: CUSTO Barcelona

Vestido pedrería: Olga Macià