Los comienzos son complicados porque te expones a situaciones nuevas, conflictos no planeados, normas especiales… Y, aunque esta es la cuarta edición del Festival Río Babel en Madrid y sus organizadores arrastran varios años de experiencia, el que escribe estas palabras nunca había tenido la oportunidad de pisar el suelo de un festival de música. Por ello, el jueves, el primer día de Río Babel 2022, se proclama como un día de inicios; de artistas que están dando sus primeros pasos en la música y de asistentes de todas las edades que, por fin, viven la música en su estado esencial: en directo, en compañía, al aire libre y con conciertos continuos que obligan al público a ir y venir de un escenario a otro; y benditas caminatas (aunque si son por la tarde, mejor hacerlas con una gorra, crema solar o aprovechando cualquier atisbo de sombra).
La entrada al recinto se hizo de rogar entre alguna pequeña confusión y el largo zigzag que forman las vallas para conseguir la ansiada pulsera, aunque a las cinco de la tarde y recién abiertas las puertas no fue necesario esperar ni un segundo de fila. Y por fin, tras cruzar el puente sobre el río Manzanares, llegué a la inmensa esplanada dividida en dos escenarios, la zona de restaurantes y las carpas alternativas del festival: la del ArtBabel, con ilustraciones digitales y en movimiento de diferentes artistas, y la del Babel Comedy, por donde pasaron Inés Hernand, Carolina Iglesias o Eva Soriano, entre otros cómicos. Por desgracia, la prohibición de entrar con comida al festival me obligó a vivir otra experiencia menos placentera: la de hacer fila para comprar un burrito durante los monólogos y el concierto de Emlan. Más tarde también me perdería a Carolina Durante para intentar llegar al último tren del Metro (spoiler: no lo conseguí). Aun así, el día fue lo más completo posible gracias a los espectáculos de tres bandas de música y otros tres artistas que merecen un espacio propio en esta humilde crónica.
Anabel Lee, el mejor primer contacto
Desde Terrassa, los tres integrantes de este joven y prometedor grupo se encargaron de inaugurar el escenario Finetwork mientras iban entrando los asistentes. Con amigos suyos en la primera fila y espectadores curiosos alrededor, Anabel Lee dio un concierto con la ilusión que solo tienen aquellos que están empezando en el mundo de la música y son capaces de darlo todo ante 50 personas como si fueran cinco mil. Bajo el lema “ni indie ni punk”, la banda dio una exhibición de energía liderada por el vocalista Víctor Mejías (con sus líos con el cable del micrófono y sus decenas de recorridos por todo el escenario) y el bajista Perdi, que solo se mantuvo quieto durante los primeros acordes de “Cuando despiertas”, la canción más emotiva del encuentro y la más especial, junto a “Deberías estar conmigo” y “La mejor canción del año”. Les auguro un futuro prometedor a estos chicos que, desde sus covers de Don Patricio hace dos años, han conseguido hacerse un hueco que, dentro de poco, será más grande.
Chill Chicos, los alternativos
Primer cambio de escenario para ver a los reyes del autotune y lo moderno, ahora más activos y menos chill, tal y como proclaman en el tema “NO CHILL” con la que se despidieron del público de Río Babel. Y así lo demostraron durante su concierto, donde pudieron interpretar las nuevas composiciones de su último disco para evidenciar su evolución musical en comparación con su álbum debut. Aun así, fueron entrelazando temas de uno y otro disco, destacando “Sexo”, “si volvemos a vernos” o “PANTERA”. El vocalista, Pascual, salió al escenario con la camiseta de la Juventus para ir conjuntado con sus compañeros de blanco y negro, pero sobre todo con la humildad (¿es compatible con autoproclamarse “los más guapos de Madrid”?), la naturalidad y el buen rollo que caracteriza al grupo.
Travis Birds, carisma y magnetismo
La artista y su banda tocaron en su primer gran festival de Madrid y, sin duda, arrasaron con un público entregado a la preciosa voz rota de Travis y a la exhibición de música en directo. Entre susurros al micrófono, notas altas, rap, baile y elegancia, la artista combinó temas de su repertorio como “Cada minuto” o “Maggie 1983” con versiones como “Soy rebelde” o “Standby”. Pero dos fueron los momentos más especiales del concierto: la interpretación al piano de la versión acústica de su éxito “Coyotes” y del himno LGTB “Eduardo”, que la artista quiso dedicar al hombre del público que se llamaba igual. A pesar de la brevedad del encuentro, le dio tiempo de sobra para conquistarme a mí y al resto del público, que cada vez era más numeroso.
Macaco, simpatía y reivindicación
El artista catalán pisó el escenario principal de Río Babel con un objetivo claro: hacer que el público se divirtiera y aprovechar su expectación para reivindicar justicia climática, diversidad y el fin de las guerras. Así, dedicó su clásico “Moving” a Greenpeace y Fridays For Future y su himno “Ovejas negras” a “todas esas personas que no pretendemos encajar en ningún molde de la sociedad”. Además, tuvo tiempo de ensalzar la vida, la fiesta, el amor sano y la valentía, y todo ello con bailes característicos de Macaco, una máscara de mono y una conexión constante con el público. Así, el artista cerró su concierto en el festival con un espectáculo completo y lleno de vitalidad.
Dani Martín, más loco que nunca
Reconciliarse con el pasado es un trabajo arduo al que el cantante madrileño ha tenido que enfrentarse durante varios años, pero ahora que lo ha conseguido no hay quien le frene. En su única parada por Madrid con su gira “Qué caro es el tiempo”, Dani recuperó sus temas favoritos de El Canto del Loco para combinarlos con éxitos en solitario en el concierto más esperado del día. A mitad del espectáculo, el artista rememoró la pandemia para explicar su reconexión con la banda de su vida: “En ese rato en el que estuvimos viviendo un momento diferente, me acerqué a las canciones de El Canto del Loco. De repente, me di cuenta de que esas canciones significaban toda mi vida y que quiero seguir cantándolas. A partir de ahora me van a acompañar toda la vida».
Así, el público pudo darlo todo con clásicos como “La suerte de mi vida”, “Peter Pan” (la composición favorita de Dani), “Tal como eres” o “Zapatillas”, para la cual quiso subir al escenario a las chicas de Ginebras: “Son la mejor banda de España. Me siento muy identificado con ellas”. Pero también hubo espacio para sus propios temas, como “Emocional”, “Cómo me gustaría contarte” (con la que un servidor y la mayoría de los espectadores soltó alguna que otra lágrima) o “De cero” para, justo después, confesar que “Madrid es la mejor ciudad del mundo”. Parte del público discrepó con él, pero en lo que todos podemos coincidir es en que la noche fue suya.
Ginebras, personalidad y reinvención
Tras cumplir su sueño de cantar con Dani Martín y ante miles de personas (algo que rememoraron varias veces durante su concierto), las chicas de Ginebras corrieron hasta el otro escenario para preparar su propio espectáculo. La voz de presentación recomendó “mover el booty”, y cierto es que más de uno en el público bailó sin parar. A pesar de un pequeño fallo técnico que la vocalista Magüi amenizó cantando “Ay mamá” (“Siempre funciona”, reconoció), su encuentro con Río Babel fue el más personal del día. Su innovación dentro del pop rock y las divertidas letras de sus canciones generaron un ambiente personal y fiestero sin igual. Temas como “La ciudad huele a sudor”, su versión de “Con altura” o “Me va fatal en el amor” lo petaron, hasta desembocar en la despedida con su mayor éxito: “La típica canción”. Cabe destacar la introducción de Raquel para “Metro de Madrid informa”, con la que reivindicó la necesidad de luchar contra la LGTBfobia durante todo el año, no solo en junio: “Somos bolleras y bisexuales y no siempre es fácil». Y así, entre bailes, gritos y emociones, me despedí del festival hasta el día siguiente; mañana más y… ¿mejor aún?