Una nueva adaptación cinematográfica del clásico de Louisa May Alcott, nos recuerda que Mujercitas es una lectura inolvidable y atemporal. Publicada por primera vez en 1868, y convertida en un éxito de ventas desde ese mismo año, Mujercitas es un libro que se reafirma a sí mismo en cada época.
En su momento, la obra terminaba con el regreso del señor March tras la Guerra de Secesión en Estados Unidos y el compromiso de Meg, la mayor de las cuatro hermanas March, pero el público quería más. Querían saber que les pasaba en el futuro a las cuatro hermanas, por lo que Alcott escribió una segunda parte, Aquellas mujercitas. Más tarde ambas obras serían editadas en un mismo volumen con el nombre definitivo de Mujercitas. 150 años después, la obra vuelve a ocupar los escaparates de todas las librerías. Todas las editoriales han reeditado una nueva edición del clásico y el público se ha vuelto a enamorar de Jo. Esta nueva adaptación a la gran pantalla, dirigida por Greta Gerwig y protagonizada por Saoirse Ronan, Timothée Chalamet, Emma Watson, Florence Pugh, Eliza Scanlen, Laura Dern y Meryl Streep, nos devuelve este clásico nunca olvidado en un momento en el que la libertad de las mujeres está mas en boga que nunca.
Cuando Alcott escribió su novela, personificó en Jo la libertad y la rebeldía, presentando a una joven que no quiere casarse, que desea ser escritora y vivir libre, sin depender de un hombre. Este comportamiento, inusual en la época en la que se publicó la obra, caló hondo en miles de jóvenes que vieron como en su vida cabían más posibilidades que las de ser una buena esposa y ama de casa. Jo representaba los sueños y anhelos de cientos de mujeres. Era la personificación de la mujer moderna. De la mujer feminista. Sin saberlo, Alcott había creado un personaje literario que traspasaría las páginas y se aferraría a los anhelos de miles de mujeres. Es ahí donde radica el éxito de la novela, tanto en el momento de su publicación, como en la actualidad. Jo no solo representa a las mujeres de su época, sino que desde el momento en el que el libro vio la luz, este personaje ha representado a todas las mujeres, hasta llegar a nuestros días, y es por eso, que con cada nueva adaptación cinematográfica, no solo la película arrasa en la taquilla, sino que el libro también vuelve a ocupar los primeros puestos de ventas. Mujercitas es un libro por el que no pasa el tiempo. Con cada nueva generación, el libro adquiere una nueva dimensión y perspectiva, siempre con el personaje de Jo, como paradigma de la mujer libre y revolucionaria. La mujer con voz propia.
Pero ¿por qué un libro que en su día ha sido tachado de sentimental y “para chicas”, hoy en día es considerado un canto al feminismo y a la libertad de la mujer? La culpa es de Jo. Alcott dota a esta joven de unas inquietudes y sueños alejados de la realidad de la época. Que el sueño de una mujer joven, guapa y de familia bien posicionada, no fuera casarse con un hombre de buena familia y con buenos recursos económicos, era del todo inusual, pero si además tenemos en cuenta que Jo quería dedicarse a la escritura y ser una mujer independiente tanto económica como físicamente, o dicho con otras palabras, una mujer libre, acarreaba un gran problema de cara a la publicación del libro. Tenia que haber un final feliz para Jo, y en este caso, feliz significaba matrimonio.
La autora de algún modo tenía que solventar este problema, por lo que creó en Jo su alter ego, solucionando el problema del matrimonio, y dándole a Jo su final feliz, la publicación de su libro, y por consiguiente, la publicación del propio libro de la autora, ambos con el mismo nombre; Mujercitas.
Pero más allá de Jo y su innegable protagonismo en la novela, sus tres hermanas también conforman un espejo de la sociedad femenina. Las tres guardan cualidades y deseos con los que muchas mujeres pueden sentirse identificadas: Meg tiene el lado más familiar y protector, es la que mas desea casarse y formar una familia, Beth el miedo a la muerte, y por tanto, tiene un lado muy bondadoso y generoso con los demás, y Amy por su parte, es la más frívola. Son por tanto muy distintas entre ellas, pero a su vez, no dejan de ser cuatro “mujercitas” aprendiendo las unas de las otras y completándose. Juntas son más fuertes. Las cuatro se necesitan entre ellas.
Si para la mayoría del público, Jo era el ejemplo a seguir, sus tres hermanas son para muchos, el ejemplo a no seguir. Pero no por eso sus sueños y anhelos eran menos importantes que los de Jo. Minutos antes de la boda de Meg, Jo le pide que no se case y se escapen juntas, y Meg le dice que aunque sus sueños sean diferentes a los de ella, no son menos importantes. Meg sueña con casarse y formar una familia, y no deja de ser un bonito sueño, sobre todo si es un matrimonio por amor, y no por conveniencia económica, lo que Jo respeta.
Otro punto muy fuerte e importante del libro, es el hecho de que son las mujeres quienes ocupan el centro de la historia, y los hombres se quedan en un segundo plano. Son meros secundarios en un mundo de mujeres, donde ellas, las hermanas March, son las únicas protagonistas de sus historias. Esto es algo realmente relevante y crucial en el papel que juega Mujercitas en la cultura popular, y el motivo por el que el libro no debe quedar relegado a una mera lectura doméstica o “femenina”. Mujercitas ahonda en temas tan importantes como la vida, el amor, la muerte, la fraternidad, la familia y la guerra.
Por todos estos motivos, Mujercitas es una lectura por la que no pasa el tiempo, y lejos de caer en el olvido y convertirse en un libro anticuado, con cada nueva generación se convierte en un nuevo libro. Al fin y al cabo es, sin duda, un clásico inolvidable de la Literatura Universal.