Al fin lo tenemos aquí: “Pero no pasa nada” es el título del primer álbum de la aclamada Amaia Romero, la ganadora de Operación Triunfo 2017. Es un disco compuesto por diez canciones enmarcadas en esa línea tan fina que separa la dulzura de la cursilería y la inocencia de la cruda realidad. El disco consigue trasladar a los oyentes a un lugar totalmente alejado de la vida real, es un viaje de treinta y un minutos a un mundo reinado por la calma, la armonía y la melancolía.

Redacción: Luis Sánchez

Desde la primera edición de Operación Triunfo ha habido un miedo generalizado por parte de los fans porque los concursantes que han pasado a formar parte de sus playlists diarias realmente han estado haciendo versiones de otros artistas, pero nadie sabe a ciencia cierta qué tipo de canciones harán, si les gustará su música o qué mensajes podremos leer en sus temas. El caso de Amaia Romero ha sido especial porque desde el primer momento no solo se intuía que sería la ganadora: siempre se ha esperado de sus futuros trabajos una calidad infinitamente mayor a la de casi cualquier otro concursante del reality de cualquier edición. Le pusieron la etiqueta de “la concursante perfecta”, “la mujer de la voz color pastel” o la de “la triunfita que calma a las mareas” y, al final, Amaia no deja de ser una persona normal y corriente. Tiene una voz prodigiosa y una cultura musical envidiable, sí, pero no deja de ser una persona normal, y ni los medios ni los fans la han estado tratando como tal.

Ponerle una corona a alguien que no lo pide es muy peligroso porque puede afectar a su estado emocional y desequilibrar su estabilidad, y además seguramente distorsione su realidad y termine, de una forma u otra, vistiéndose del papel que la sociedad le ha impuesto aunque ella no lo quiera. Todo esto es importante porque es algo que se ve reflejado en su álbum: los focos la han perseguido, el público ha hablado por ella, la gente se ha vestido de juez para dar el martillazo sin siquiera haber delinquido. Su vida ha dado un giro de 180 grados, “pero no pasa nada”: ella siempre fue y siempre será fiel a sí misma, a su libertad y a su espontaneidad. No dejará de hacer lo que le dé la gana por muy gordos que sean los peces que intenten imponerle nada, y está bien que sea así. El resultado ha sido excelente.

Quizás la canción más destacada del álbum sea «Quiero que vengas«, cuyo videoclip, que ha salido el mismo día del estreno del disco, es una obra de arte. Está ambientado en la época medieval y los protagonistas son una Amaia cortesana y su pareja, un joven caballero bastante escuálido que se bate en duelo con el antagonista. El enamorado de Amaia pierde, así que él se la queda «como trofeo». Las siguientes escenas muestran cómo el vencido practica para rescatar a su dama, quien finge a la perfección estar enamorada del vencedor para, más adelante, degollarlo por sorpresa con una espada de la misma forma en que la Judit de Caravaggio (1599) le cortó el cuello a Holofernes. Al final, el joven enamorado va al palacio para rescatar a la supuesta damisela en apuros, quien en realidad, con su propia fuerza y voluntad, pudo salir por su propio pie de su tormento. La Amaia cortesana es una metáfora perfecta de nuestra Amaia de Pamplona. Amaia es fuerte, independiente, inteligente, arrolladora y perfectamente capaz. Amaia puede ser todo lo que quiera ser, y en este videoclip, ha conseguido ser Amaia Tyrell.